La caligrafía es el arte de escribir, de transmitir lo que pensamos y plasmarlo a través de unas letras, signos o dibujos simbólicos. Además de ser una herramienta útil para todos, poco a poco ha ido perdiendo su esencia artística para quedar relegada a ser sólo práctica.
Si miramos los códices y manuscritos antiguos veremos la delicadeza de los trazos, los colores que se utilizaban, la meticulosidad de los detalles. Aquellos que no sabían leer podían admirar los símbolos que en ellos estaban, y podían interpretar lo que significaban. Poco a poco, y a través de los siglos, este arte ha ido perdiendo el sentido didáctico, lógicamente, en beneficio de una lectura rápida y clara.
Pero en oriente, la caligrafía sigue siendo algo más que una escritura, que una lectura. Es sutilidad, armonía, concentración, equilibrio. Hace unos años, tuve la oportunidad de conocerla a través de unos talleres de pintura a los que asistí.
Se utiliza un pincel muy especial que lo mismo sirve para trazar líneas gruesas que finas y delicadas. Un simple gesto con la muñeca, cambia radicalmente el movimiento dando así otro aspecto a los signos. Lo que aparentemente es fácil, requiere de mucha disciplina, de calma y paciencia. Los entendidos, podrán ver en esta escritura, cómo es y está el que escribe. Sabrán si es una persona que controla sus sentimientos, si es impulsiva, está equilibrada, o si la calma brilla por su ausencia. Mirar el dibujo de los signos, es ver a la persona que los ha creado. El pincel deja de ser una herramienta, para formar parte del cuerpo, de ser una prolongación de nosotros para dejar su impronta en el papel.
Hace un par de meses, conocí a Marcos, un estudiante de caligrafía oriental, china y japonesa. Estuvimos hablando sobre lo que representa esta caligrafía, que no deja de ser un reflejo de nuestra alma, de desnudarnos ante los demás, y hacer público lo que somos. Eso sí, de manera muy sutil.
A la vez, la práctica de este arte, supone un aprendizaje a niveles internos, pues nos ayuda a saber quiénes somos, en qué estado estamos, aportándonos la luz suficiente como para trabajar aquellos aspectos de nuestro yo que debemos potenciar, cambiar, mejorar o equilibrar. La caligrafía no deja de ser una herramienta altamente beneficiosa para el cuerpo y el alma. Y tal vez, poniendo más atención a cómo escribimos, podemos conocernos un poco más y potenciar o trabajar aquellos aspectos de nuestro carácter que deseemos transformar.
La foto de la imagen, es de un cuadro o dibujo de Marcos realizado con la técnica de la caligrafía china. Para él representa el Equilibrio.